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Viajar así es imposible (o dos relatos sobre la vida de viajes)



Las personas vamos construyendo nuestra realidad (y nuestras posibilidades) de la mano de relatos. Relatos, que nos hablan de maneras de entender el mundo, relatos que van tomando más o menos protagonismo...

En el mundo de los viajes, de las vidas viajeras, aparecen dos relatos con especial fuerza.

Primero, y quizás "tradicionalmente", los viajes largos y elegidos (para diferenciar de las migraciones, que tienen otro carácter) fueron comprendidos como algo que podían hacer sólo personas muy ricas o muy excepcionales. Había que ser millonaria o super-super aventurera y especial para lograr concretarlo.

Pero después, a medida que más personas que no eran millonarias ni se consideraban super excepcionales comenzaron a viajar y a compartir su experiencia, se fue consolidando un segundo relato en torno a los viajes: cualquiera puede hacerlo, sólo tiene que animarse. En esta versión, parecía que simplemente alcanzaba con proponérselo y ya, lista o listo para emprender un viaje impresionante.

Como viajera y como psicóloga, fui notando como estos dos relatos tienen sus efectos en quienes quieren viajar; y aunque a priori el "segundo relato" fue bastante más incluyente que el primero, con el tiempo fui viendo cómo también puede tener efectos poco amorosos para quienes quieren comenzar con este estilo de vida.

Por eso, hoy quiero compartirte una reflexión sobre cada uno de estos relatos, intentando incluir los aportes que cada uno hace - para reconocerlos- , pero de una manera crítica - para transformarlos-.

PRIMER RELATO: LAS Y LOS VIAJEROS SON SERES EXCEPCIONALES (Y MUY PROBABLEMENTE RICOS)

Este relato sin dudas les pone los pelos de punta a más de uno. Probablemente si estás acá, como mínimo lo cuestionas un poco.

Sin embargo, aunque no "le creamos", nos invita a pensar que hay que tener demasiada suerte. Y como la mayoría de nosotras no nacimos ni ricas ni excepcionalmente aventureras, nos tienta a sentarnos de brazos cruzados a lamentar nuestra mala fortuna y a poner en un pedestal a quienes sí "lo lograron".

A favor: este relato nos habla de que son necesarias ciertas condiciones mínimas para viajar , y nos da una dosis de realidad en ese sentido.

En contra: pone la vara muy alta, y deshumaniza a quienes lo pudieron hacer, convirtiéndoles en seres excepcionales o reduciéndoles a simples ricos con suerte suficiente.

SEGUNDO RELATO: QUIEN QUIERA, PUEDE VIAJAR, CUANDO Y COMO QUIERA.

Esta propuesta aparece como "superadora" de la anterior, porque democratiza la opción viajera y la convierte en algo al alcance de todas y todos.

Acá nos dicen que con proponérselo alcanza, que mucha gente lo dejó todo y le fue de maravilla... que viajar es tan estimulante y grato que amerita arriesgarse completamente y saltar. Probablemente esta mirada te resulta más familiar, y hasta menos disruptiva, pero la letra chica de lo que yo llamo el "discurso del animate" tiene un costo altísimo para muchas y muchos aspirantes a nómadas.

A favor: abre las puertas, habilita a compartir mil y un recursos aptos para personas "standard". Saca del pedestal a quienes lo hacen, y los humaniza (al menos un poco), este es un relato que permitió que se compartan muchísimas estrategias colaborativas y materiales que acercaron la realidad del viaje a muchísima gente que sin él no se lo hubiese imaginado.

En contra: Nos dice , nos afirma, que alcanza con animarse. Nos asegura que todos y todas pueden y que solo se trata de lanzarse a vivir el sueño. Esto, que puede parecer positivo, simplifica demasiado las complejidades de la vida: elimina el contexto y se vuelve una tesis completamente voluntarista. Si creemos que alcanza y sobra con "animarse", y nos encontramos con dudas o con que nos cuesta dar el paso, el pensamiento que se desprende de ahí es que simplemente nos falta algo. Y nos falta a nosotros, a nuestros recursos internos: porque si solo se trata de animarse, y no puedo hacerlo, significa que no tengo el coraje necesario o que algo en mí está fallando.

No se trata de elegir ni uno ni otro... sino más bien de encontrar el propio.

Podemos simplemente de conocerlos y ver los costos que implican asumirlos como completas verdades. De ahí podemos comenzar a pensar los matices y transformaciones que necesitan para adaptarse a nuestras realidades, a nuestro entorno, a nuestros tiempos.

De hecho, la "respuesta" que voy encontrando en estos casi 5 años de vida nómada (y en este año y tantito de trabajar con personas en proceso pre-viaje) es que cada persona tiene que buscar, explorar y encontrar el punto entre un extremo y otro para poder encarar su viaje. Un punto entre los dos que nos permita avanzar, sin capturarse en la imposibilidad toda del no haber nacido ricos o especiales, ni exigirse desde un voluntarismo recalcitrante de pensar que lo único que falta es animarse.

Algunas personas se identificarán con un 50-50, otras necesitarán un 70-30. Lo importante es abrir la puerta, permitirnos tejer un nuevo relato, que aloje nuestras ganas y nuestras posibilidades. Adelanto que acá la palabra clave, creo yo, es el contexto (como limitante pero también posibilitante) pero ese tema lo dejo para otro post, para hablarlo con más detalle.

Con este tema, hay tela para cortar para rato... acá solo quise introducir algunas líneas generales para comenzar a pensarlo...

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Si te interesa encontrar herramientas para buscar ese punto intermedio que te permita avanzar, quiero invitarte a sumarte este Martes 6 de Noviembre a mi segundo Taller Online Gratuito en el que voy a compartir "4 Claves para poner en marcha tu viaje (y disfrutar del proceso"... me encantaría encontrarte ahí, y seguir conversando.

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