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  • Foto del escritorValentina

regalate dejarte regalar



Esta Navidad quiero invitarte a que te hagas un regalo muy especial.

Que te regales la posibilidad de dejarte regalar, de dejarte sorprender, quizás hasta de permitirte necesitar.

Aunque suene rara, esta sugerencia es un aprendizaje clave de la vida viajera. Tener la flexibilidad de saberse necesitando, o simplemente la apertura a dejarse invitar, suelen ser las puertas de entrada a las mejores experiencias de la vida nómada.

No es casual que quiera compartir esto en mi primer (y probablemente única) Navidad en tierras escandinavas; ya que fue cuando llegamos a este país cuando otra viajera me ayudó a ponerle palabras a esta claridad que de alguna manera ya intuía y a veces hasta practicaba.

Mejor les cuento...

El día que llegamos a Dinamarca hacía frío. Quizás incluso más frío que este inicio de Navidad que está curiosamente templado.

Ese día nos recibió a través de Couchsurfing un Danés más danés que la Sirenita. Cuando íbamos llegando, nos avisa que también estaba en la casa una chica vietnamita, que había llegado dos días más tarde y por eso iba a compartir el living con nosotros.

Esta chica de Vietnam venía viajando hacía más de un año por toda Europa con un presupuesto de alrededor de 160 euros al mes.

Nosotros no lo podíamos creer, le preguntamos cómo hacía y nos contó que se transportaba a puro hitchhiking ( haciendo dedo en argentino) y se alojaba siempre con Couchsurfing.

Estábamos bastante asombrados de la aventura, y sobre todo del presupuesto; especialmente porque los últimos 6 meses se los había pasado por el norte europeo, léase: por los países más caros e hipotéticamente cerrados del mundo.

Le preguntamos cómo hacía, que si la gente de este norte del norte frenaba en sus autos, que si realmente podía contar con que alguien iba a parar cada vez, que cómo había hecho cuando nadie había frenado.

Dábamos por sentado que había sido extremadamente difícil y muchas veces imposible.

Pero esta muchacha con un nombre impronunciable, nos decía que no, que en realidad había sido bastante fácil. Que no sólo siempre alguien frenaba, sino que además la mayoría de las veces quien lo hacía resultaba ser una persona extremadamente amable, cálida y amorosa.

Y entonces, con la claridad que solamente puede dar la experiencia, esa pequeña mujer en sus jeans rotosos, nos tira así como sin querer queriendo una de esas frases que te cambian la mirada: "es que si realmente querés conocer qué tan generosa puede ser la gente de un país, lo único que necesitas es (justamente) necesitar algo y estar dispuesta a dejarte ayudar". Y nos cuenta que ella le compartía a toda la gente que iba conociendo que la mejor manera de explorar las bondades de un pueblo es viajando por ahí con poco (o prácticamente nulo) presupuesto.

En estos meses en uno de los países más caros y fríos del mundo, tuve muchas oportunidades para recordar este sabio consejo de esta viajera que nos cruzamos por casualidad y por la misma apertura de un danés de esos que tiene fama de poco abiertos, que no sólo nos recibió a los tres, sino que nos aceptó aun a destiempo. Cada vez que me perdí y pedí una dirección, cada vez que me tocó "hacer dedo", cada vez que necesité algo; confirmé esta teoría.

Y entonces, agradecida por las ayudas, quiero repartir el mensaje de la muchacha vietnamita. Ya le conté a decenas de daneses que me fueron ayudando que los daneses mismos pueden ser muy abiertos; y todos (pero todos todos) se sorprendieron.

Y quiero seguir contando, avisando, recordando: solo si nos dejamos regalar, van a poder ofrecernos los mejores regalos; solo si nos reconocemos en el necesitar, van a poder ayudarnos.

¡Salud y bonita Navidad!

Valentina


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