top of page
Buscar
  • Foto del escritorValentina

¿cómo hacer cuando viajar no es color de rosas?



Podríamos decir que los viajes no son siempre color de rosas, aunque a veces el problema sea que, justamente, se vuelven demasiado rosados para nuestro gusto (como esta cabaña en una islita de Laos).

Demasiado o demasiado poco, el tema es lo que pasa cuando el viaje no es lo que esperábamos, cuando nos encontramos con este "lado oscuro" de la vida viajera. Porque no importa cuántos blogs de viajes hayamos leído, ni cual preparados o preparadas nos creamos, ni cuanto hayamos planificado-reservado-previsto todo; porque lo único certero a la hora de viajar es que no hay certezas absolutas, que siempre va a haber algo diferente y que algunas veces no va a ser de la manera que más nos gusta.

No quiero sonar pesimista, ni decirte que sí o sí a la vuelta de cada viaje está la desolación absoluta. Más, me veo en la obligación de recordarte que aunque en movimiento, la vida viajera es una vida como cualquier otra. Y aunque podría escribir horas sobre esta parte del tema, hoy voy a dejar que hablen los "blogs de los que saben" y voy a enfocarme en el cómo hacer, en aquello que sí podemos activar-cambiar-preparar para que no quedemos a la deriva frente a la primera dificultad que nos crucemos.

Te voy a compartir algunos consejos que surgen de lo que he ido aprendiendo y re-aprendiendo en estos años, y que creo que te pueden dar una base firme para empezar.

1- Lo primero y principal es que tengas bien claro que aunque estés en el paraíso, también podés sentirte triste, perdida, desconectado.

Es hora de abolir el mito de que la vida viajera es la vida que vemos por instagram, donde siempre hay un coco frío en la playa, alguien muy simpático ayudándote, o una gran anécdota. Hay mucho de eso, y también hay mucho de dolores de panza, jetlag, momentos de extrañar (desde a la familia hasta el queso cremoso).

Con solo saber que "estar mal" es también parte de la vida y por ende puede ser parte de los viajes nos sacamos un peso gigante de encima y nos permitimos a nosotras mismas ocuparnos de aquello que nos moviliza.

2- Una vez que vos tenés esa claridad, una herramienta muy buena es poder compartir con otros esos malos tragos.

Cuando se trata de los y las que "se quedaron", es un desafío poder hablar de estas cosas para que te entiendan y sin que se preocupen demasiado. Por eso, te recomiendo no esperar a estar al límite para poder contarles de lo que no sale bien, sino que de a poco, a medida que van pasando pequeñas cosas ir incluyéndolas en los relatos, para que (aun con todas las limitaciones inevitables del caso) puedan tener una imagen más completa de lo que va sucediendo.

Y , cuando se trata de otras personas de viaje, simplemente se trata de darse los tiempos y generar los espacios para encontrarse y poder compartir algo más que unas cervezas: porque si algo no va a faltar respecto a esto son puntos de encuentro.

3- Empezar a ocuparte, darle lugar y hacer lo que necesites para transitar ese momento. Cada una encuentra diferentes maneras de hacerlo, básicamente se trata buscar eso que te hace bien, que te conecta, darte un espacio de auto-cuidado.

Para esto, hay algunas herramientas concretas que te pueden ayudar a conectar y ordenar un poco las ideas cuando todo se pone confuso. Podés probar con journalling (básicamente llevar un diario, donde vas escribiendo tu día a día), quizás irte unos días al medio de la nada, comenzar una actividad nueva o retomar alguna disciplina abandonada. Podés usar tu creatividad y explorar todas las opciones que se te ocurran, mi única sugerencia especifica es que no subestimes el poder de lo más simple: a veces una buena siesta y buen mate es el lugar ideal para empezar a conectar y dejar de postergar(te).

4- Entender que cada viaje es único y que volver o dejar de viajar no es ni un fracaso ni el final de nada, sino una opción más puede quitarte muchísima presión en momentos difíciles. Sacarnos la idea de que es todo o nada, amigarnos con el movimiento al punto de aceptar que volver puede ser parte del mismo, nos permite entender que no le tenemos que demostrar nada a nadie y que la elección viajera es la nuestra hasta donde nos haga bien. Ya haber salido, haberte decidido, haber conocido gente nueva y probado otras maneras es un viaje en sí mismo. No necesitamos darle la vuelta al mundo con una mochila de mano para que valga la pena; animarnos a hacer nuestras versiones y adaptar los viajes a lo que nos va surgiendo es la mejor manera de mantenernos saludablemente en movimiento.

5- Mirá un poquito más allá, no pongas tu vida en pausa por el viaje. A veces pensamos que la única manera de viajar es dejándolo todo, olvidándonos de lo que nos gustaba, y cambiando todo nuestro estilo de vida. Y aunque esa podría ser una manera "ideal" para muchos, después de este tiempo de viaje creo que en realidad viajando así nos perdemos de algo muy importante, nos perdemos de desarrollar esos proyectos que nos apasionan. Darle un espacio en nuestro viaje a aquello que amamos, eso en lo que queremos crecer, aportando desde lo que más sabemos es una manera de potenciar la experiencia y fortalecernos en el camino. No hace falta ser escritora de un blog, ni fotógrafo de viajes; se trata de encontrar algo simple que te motive, que puedas hacer crecer, donde puedas crear independientemente del destino en el que te encuentres.

(Sobre este último punto en particular, hablé en el audio con el que inicié mi página web

- para descargarlo gratis hacé click acá -)

Estas son 5 propuestas, que podrían ser miles. Seguramente en tu viaje, encontrarás algunas nuevas y reversionarás algunas de las que te comparto. La idea es abrir la conversación y empezar a compartir herramientas, ideas, maneras de hacer de la vida viajera un espacio más saludable y sostenible.

¿Se te ocurre algún otro consejo para compartir? Me encantaría escucharlo.


5 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page